Cada vez más, el bienestar y la felicidad en el ámbito laboral se ha convertido en una referencia y es objeto de discusión desde la óptica corporativa. De sobra es conocido por todos, el hecho que, a mayor bienestar de los trabajadores, mayor es la productividad de estos y, por tanto, mejor el rendimiento y desarrollo de la propia organización. Sin embargo, esto parece una aproximación bastante simplista a lo que debe ser una cuestión de fundamentos y valores empresariales, más que una práctica de mejora de la “performance” en el desarrollo de negocio.
El primer elemento a considerar es el hecho de que las políticas de bienestar y felicidad en el ámbito corporativo estén el ADN de la organizacióny se asuman como un elemento sustancial de la construcción de su ventaja competitiva.
Esto supone que el bienestar y la felicidad de los empleados estén alineados con la estrategia de la empresa, incorporándose en su visión, misión y valores corporativos. Esta aproximación solo es posible desde la creencia de que las personas son el elemento central de la creación de valor para la organización, los clientes y el entorno.
La mejora tecnológica, la implantación de nuevos procesos, las nuevas estrategias, se caen como un castillo de naipes si las personas no están alineadas en la creación de valor.
Un segundo elemento a considerar es la responsabilidad del bienestar y la felicidad dentro de la organización. No se trata de solamente de poner en marcha un enfoque de generación de recursos en el propio empleado, tales como la resiliencia, la inteligencia emocional, la atención plena, el propósito u otros, a la vez que seguimos con políticas y prácticas corporativas inadecuadas. Más bien se trata de un enfoque de responsabilidad compartida, en el que se trabaja generando recursos en el propio empleado y en los equipos, y a la vez se despliegan una serie de actuaciones que generen entornos saludables que propician el bienestar y la felicidad de todas las personas en la organización.

Dentro de estas prácticas, a las que hacemos referencia, se encuentran las de generación de una cultura corporativa en la que se prioriza la persona como valor central de la organización, una serie de políticas y prácticas corporativas hacia el bienestar y la felicidad (planes de incentivos, conciliación laboral, teletrabajo, actividad deportiva,…) y las prácticas más habituales que se desarrollan en el lugar de trabajo (autonomía, cohesión, confianza, apoyo, reconocimiento, justicia, innovación), el desarrollo de modelos de liderazgo positivo y sostenible y la promoción de relaciones saludables tanto en forma (formal o informal, flexible o rígida, sinergias entre departamentos,…) y en fondo (tipo de comunicación, emocionalidad, conflictividad )
En definitiva, el bienestar y la felicidad corporativa se sitúan en un ámbito estratégico de la organización y su puesta en marcha requiere una visión integral y conjunta a nivel corporativo.