Jeremy Rifkin sociólogo, futurista y autor de libros de referencia tales como “La sociedad de coste marginal cero” y “la Tercera Revolución Industrial”, es también asesor de la UE, China y jefes de estado en todo el mundo. El profesor de la Wharton School, ha publicado recientemente el libro “El Green New Deal Global: Por qué la civilización de los combustibles fósiles colapsará en 2028 y el audaz plan económico para salvar la vida en la tierra”
El Green New Deal es una resolución del Congreso estadounidense que establece un gran plan para abordar el cambio climático, presentada por la Representante Alexandria Ocasio-Cortez y el Senador Edward J. Markey para alejarse de la economía del carbono, combustibles fósiles y efecto invernadero y garantizar empleos bien remunerados en la energía limpia.
Rifkin comienza recordando que todas las grandes transformaciones económicas en la historia tienen un denominador común: un medio de comunicación, una fuente de energía un mecanismo de transporte, con la base de lo que se denomina una tecnología de uso general (General Purpose Technology)

En la primera revolución industrial fueron la imprenta y el telégrafo, el carbón y el ferrocarril quienes dieron el soporte tecnológico al primer gran cambio tecnológico. Posteriormente, fueron el teléfono, la radio y la televisión, junto con la electricidad y el petróleo y los vehículos de combustión. Ahora, defiende Rifkin, estamos inmersos en una tercera revolución industrial donde convergen el internet de las comunicaciones (5G), electricidad solar y eólica, un internet digital de energía renovable (tecnologías limpias y redes inteligentes) y de movilidad y logística de vehículos autónomos y de pila de combustible junto con una plataforma de internet de las cosas (IoT)
Rifkin aboga por un mundo interconectado que influirá en las cadenas de suministros, producción y servicios y en los aspectos de la vida social, donde el big data jugará un papel esencial creando sus propios algoritmos (IA) para aumentar la productividad, todo ello con una energía de coste marginal cero.
Es la hora de las energías renovables
Citi Group publicó en 2015 el informe “Finance for a climate resilient future” citado por Rifkin en su libro y que alertaba de los riesgos a los que se enfrentan las industrias del petróleo, el carbón y el gas natural, estimado 100 billones de dólares en activos (oleoductos, puertos, plantas de energía, plataformas de perforación) que pueden quedar obsoletos.
Rifkin aventura que 2028 será el año en el que la economía basada en los combustibles fósiles colapsará y en la que viviremos un punto de no retorno. El autor se basa en una serie de señales o argumentos, como el hecho de que los incentivos que ha venido aplicando la UE a la producción de energías renovables se vayan eliminando gradualmente. De la misma manera, apela a la “destrucción creativa” de Schumpeter para explicar cómo, con tan solo un 3% de la capacidad energética global en renovables, estas pueden ser una amenaza insalvable para los combustibles fósiles., y hace referencia lo ocurrido con la iluminación a gas y la electricidad, donde la primera alcanzó su pico cuando la electricidad llegó al 3% de cuota de mercado.
Además, en 2017, el 43% de la energía primaria del mundo se usó para producir electricidad, pero en las próximas décadas, cuando el sector transporte se desvincule progresivamente de los combustibles fósiles, este porcentaje aumentará notablemente.
Según la Carbon Tracker Initiative, el momento de la transición hacia las energías limpias se producirá cuando el 14% de la electricidad global sea suministrada por el sol y el viento, cosa que ya se ha producido en el UE, llegando al 15% en 2017, frente al 8% en USA y el 6% en China.
Además, otro elemento a tener en cuenta es que el coste de las energías solar y eólica están por debajo del coste de las centrales térmicas alimentadas por carbón y gas. Todo lo anterior, junto con la acuciante necesidad de dar respuesta al reto del cambio climático, genera un entorno perfecto para que esta nueva economía se desarrolle e irrumpa con fuerza la tercera revolución industrial.
La puesta en marcha del nuevo modelo
Está claro que esta tercera revolución industrial basada en el Green New Deal, se asentará en las distintas áreas económicas y sociales para ser viable. En primer lugar, hay que referirse al sector del transporte, movilidad y logística, cuyas emisiones provocan en gran medida en calentamiento global y que ahora está basado en los combustibles fósiles. En este sentido Rifkin argumenta que hay una dirección clara hacia las energías renovables. Por ejemplo, la ciudad de los Angeles anunció en 2019 que el 25% de los vehículos en la ciudad serán eléctricos en 2025 y el 80% en 2035. Incluso la propia industria petrolera lo vislumbra, así, Ben van Beurden, de la Royal Dutch Shell dijo que la demanda global de petróleo alcanzará su punto más alto al final de la década de 2020, cuando el motor eléctrico sustituirá masivamente a los de combustión interna. También la industria automovilística ha dado el paso y Volkswagen proyecta vender 22 millones de vehículos eléctricos en 2029, el 25%.

Otro elemento importante para la puesta en marcha de la Tercera Revolución Industrial es el sector inmobiliario. Aquí el reto es la modernización de los edificios existentes para hacerlos eficientemente energéticos. La calefacción de gasóleo y gas es una de las fuentes de calentamiento global, y transformar el parque de edificios existente implica millones de empleos en la nueva economía verde. Un paso más allá es crear una red nodal de edificios que sean capaces de ser eficientes energéticamente ya la vez generadores de energía verde que será vertida a la red bajo el soporte del internet de la energía.
Todo lo anterior abre nuevas perspectivas en el ámbito laboral, ya que la transición hacia la Tercera Revolución Industrial generará nuevas demandas de empleos ligadas a la economía verde. Un informe de Brookings apunta que la energía limpia generará 320 ocupaciones exclusivas en nuevos sectores industriales como la producción de energía, la eficiencia energética, y la gestión medioambiental.
Por último, se abre también un reto hacia una agricultura ecológica e inteligente. Llama la atención que frente al 6,7% de la tierra de cultivo se dedica a la agricultura ecológica, tan solo el 0,6% lo hace en Estados Unidos. Rifkin también ve posibilidades de que la propia explotación agrícola se convierta en productores de energía limpia vertiendo a l red el sobrante, y a la vez ponga en marcha una agricultura del carbono, mediante cultivo de cobertura y la rotación de cosechas.
Son necesarias infraestructuras ¿Quién las financia?
El autor apunta que va a ser necesario un gran plan de infraestructuras para la tercera revolución industrial. Todo ello dentro de los ámbitos de la energía con el despliegue de una internet de la energía, la puesta en marcha de un internet del transporte y de las cosas (IoT) que permitirá mejorar la eficiencia de todo el sistema, el transporte autónomo y las ciudades inteligentes, entre otros retos. También, como ya se ha apuntado, hay que afrontar la renovación de parque público y privado de edificios. Todo ello supone unas inversiones similares a las que ya se han acometido en otras ocasiones, por ejemplo, con la segunda revolución industrial y el despliegue de infraestructuras vinculadas a la economía del carbono.
Rifkin defiende que ya hay una migración de las inversiones desde la economía del carbono hacia la economía verde y que todo este desarrollo puede ser financiado a través de los fondos de pensiones y el presupuesto público y privado, los cuales tiene activos suficientes para acometer este reto.