Estamos acostumbrados a pensar en términos lineales, pero el cambio tecnológico al que estamos sometidos es exponencial. La digitalización acelera su paso con una mayor capacidad de procesamiento, de transmisión y de almacenamiento de la información, posibilitando nuevos productos, procesos y modelos de negocio.
El primer reto de cualquier empresa ante la digitalización es identificar y convertir los datos con los que opera el negocio de formatos físicos a formatos digitales (digitization), y que estos datos estén disponibles como activo de la organización. Necesariamente los datos de negocio deben ser almacenables de forma segura, fiables, accesibles, interoperables y explotables.
Al mismo tiempo, la digitalización implica poner en cuestión los procesos analógicos, transformando estos en digitales, lo que supone un rediseño total de los procesos empresariales. Toda la cadena de valor está afectada, desde los procesos logísticos hasta las operaciones, sistemas de marketing y atención al cliente, aprovisionamiento y procesos de soporte. La innovación de procesos se abre paso en el negocio, luchando con las barreras del cambio. El miedo a la pérdida de estatus, la falta de cualificación, el cambio en las funciones y propiedad de los procesos, la redundancia de personas para tareas automatizables, hacen que este camino esté sometido a fuerzas opuestas.
Este panorama abre una nueva lógica de negocio, basada en los datos. La inteligencia de negocio permite acceder a la información y llevar a cabo un análisis para la toma de decisiones empresariales. Gestionar sin datos es como conducir con una venda en los ojos, no sabes cuándo pero el desastre es inminente. Esto tiene también derivadas en el liderazgo de la organización y en su cultura corporativa. La experiencia y la intuición son cualidades muy deseables para la dirección, pero no suficientes para una toma de decisiones racional.
Gestionar sin datos es como conducir con una venda en los ojos. No sabes cuándo pero el desastre es inminente.
@jvmanjon
La digitalización también abre paso a la innovación en productos (bienes o servicios) posibilitando nuevas funcionalidades y servicios añadidos. Especial importancia tiene en el sector servicios, donde la forma de prestación supone una innovación clara, y donde la digitalización genera nuevas formas de aportación de valor al cliente. Pero tampoco hay que obviar las innovaciones que suponen las tecnologías digitales en bienes de consumo o industriales.
Nuevos procesos y productos requieren de nuevas capacidades. Las competencias digitales son críticas para que el proceso avance. Los puestos de trabajo se transforman bajo la lógica de nuevos procesos y la base tecnológica, por lo que son necesarios planes de upskilling o reskilling de las personas, tanto en habilidades técnicas como en softskills.
Por último, la digitalización puede suponer una innovación en el modelo de negocio de la organización, al fin y al cabo, la manera en la que la empresa crea valor y el cliente lo percibe y lo retribuye. Esta nueva lógica requiere de un planteamiento estratégico de la organización donde se identifiquen claramente las competencias medulares donde descansa su ventaja competitiva. Estas competencias deben alinear tecnologías y capacidades de las personas para competir y aportar un valor diferencial en el mercado.