Claves para diseñar una organización innovadora

Ya nadie pone en duda que las organizaciones deben innovar para satisfacer unos mercados globalizados, cambiantes, exigentes e imprevisibles. Ya no es suficiente la mejora continua. Las organizaciones deben asumir cambios continuos. Han de vivir transformaciones profundas de sus productos, procesos, tecnologías y de la forma en la que aportan valor a todos sus stakeholders. Ya no es suficiente hablar del valor para el cliente y la organización, sino para todo el ecosistema donde opera la empresa.

La innovación se ha vinculado tradicionalmente a la tecnología, a través de la cual la empresa gana eficiencia, genera nuevos productos y procesos innovadores, crea nuevos modelos de negocio o abre canales que le permiten el acceso a nuevos mercados. La tecnología es una parte importante de la estrategia innovadora, sobre todo si es exclusiva o diferencial para la empresa o le permite generar nuevas capacidades. Sin embargo, más allá de la tecnología, la innovación se asienta en una serie de factores claves a la hora de diseñar y construir equipos y organizaciones innovadoras.

Claves de la innovación.

La primera consideración es que la innovación debe ir alineada con la estrategia de la empresa, siendo un elemento fundamental a la hora de construir ventajas competitivas sólidas. Esta visión estratégica de la innovación tiene que estar asentada en un proceso sistemático de detección de retos y desafíos tanto en el ámbito interno (organización) como en el externo (mercado y sociedad en general). De esta manera, podremos alimentar la cartera de proyectos de innovación en la organización, creando un flujo continuo de inspiración, ideación e implementación.

La organización también ha de ser consciente de que debe contar con unos recursos diferenciales (materiales, inmateriales, financieros, humanos) y unas competencias o capacidades robustas (lo que sabe hacer la organización con esos recursos) en los que apoyar la construcción de sus ventajas competitivas. Los recursos necesitan de una inversión adecuada, mientras que la construcción de capacidades se nutre necesariamente del aprendizaje organizacional continuo.

Para que las capacidades que genera la empresa sean difíciles de imitar, estas no deben estar asentadas solamente en algunos individuos, sino que deben estar dentro del ADN, tanto de los equipos como de la propia organización en su conjunto.

Aprendizaje corporativo.

El aprendizaje corporativo es básico en el proceso innovador. Para ello, la organización se sirve de un capital humano con unas habilidades (skills) y unos conocimientos (formales e informales). Uno de las «skills» más valoradas es el de la creatividad, pero no hemos de menospreciar otros como la capacidad de observación, el cuestionamiento, la experimentación continua, el networking, la hibridación, la resiliencia, la persistencia, y la tolerancia al riesgo y al fallo. Es conveniente recordar, que para que las capacidades que genera la empresa sean difíciles de imitar, estas no deben estar asentadas solamente en algunos individuos, sino que deben estar dentro del ADN, tanto de los equipos como de la propia organización en su conjunto.

La propia generación de tecnología es parte de este proceso de aprendizaje corporativo. La investigación se materializa en la generación de nuevo conocimiento, que cuando es aplicado a un campo determinado y puede solucionar problemas concretos se sustancia en una invención. Estas invenciones, a través del desarrollo tecnológico, se plasman en prototipos y posteriormente en innovaciones, una vez que se implantan o comercializan.

El líder innovador debe ser capaz de detectar los desafíos y oportunidades, construir unas capacidades robustas para competir en el mercado y generar un entorno propicio para la innovación, todo ello de forma compartida con las personas que conforman la organización. 

Liderazgo y cultura corporativa para obtener resultados

El aprendizaje organizacional se ha de alimentar a través de un adecuado liderazgo y cultura corporativa. El liderazgo debe ser el impulso para la construcción de una cultura de innovación y cambio en las organizaciones.

Un liderazgo para la innovación acompaña a las personas en el incierto proceso de cambio, marca una dirección clara y favorece unas condiciones del entorno corporativo propicias. El líder innovador debe ser capaz de detectar los desafíos y oportunidades, construir unas capacidades robustas para competir en el mercado y generar un entorno propicio para la innovación, todo ello de forma compartida con las personas que conforman la organización. 

Si una organización es capaz de impulsar la innovación, esto se va a materializar en el mejor desempeño del negocio (business performance), generando resultados de mercado y financieros superiores a los de la competencia.

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